La Esquina Caliente: Fue una gran fiesta con brillante final

Por: Frank Maridueña 21 julio, 2017

Tal como estaba previsto, el Juego de las Estrellas fue  más que un juego. Resultó una gran fiesta que  contó  con todos los ingredientes. Hubo todo tipo de emociones,  mucho  drama,  momentos de nostalgia, anécdotas  y  rematar en un gran juego que se definió con un espectacular jonrón .

Fue la primera vez que Miami, en donde confluyen muchas culturas latina,  albergó  un Juego de las Estrellas que tuvo cinco días muy agitados llenos de intensa actividad.

Todo empezó el viernes pasado con las sesiones de charlas, clínicas, sesiones de  fotografías y autógrafos con   ex peloteros que brillaron con luces propias y abrieron el camino para la presencia e influencia de  grandes estrellas que luces en las grandes ligas.

El Derby de jonrones  tuvo su punto máximo cuando se enfrentaron ocho bateadores, en cuatro llaves, que destacan en la temporada regular. Fue un derroche de  habilidad y poder. Ahora con enfrentamientos directos entre dos toleteros que no solo tienen que ganar a su contrincante sino  también derrotar al tiempo que los acosa y en la que deben sacar la mayor cantidad de batazos posibles.

El diagnostico de los analistas se confirmó cuando el bateador más atrayente de la temporada, el joven Aaron Judge de los Yankees, que hasta el momento  lidera el departamento de cuadrangulares  con 30 bambinazos debió superar los 22 jonrones que había sacado  en la  primer ronda  Justin Bour. Judge despachó 23 en medio del delirio de los asistentes con lo que pasó a la siguiente fase. En la final superó Miguel Sanó que conectó diez y Aaron disparó once para ganar el Derby. En total fueron 47 batazos descomunales, cuatro de ellos de más de 150 metros.

Antes del juego se realizó el tradicional “Primer Lanzamiento” que esta vez estuvieron los peloteros latinos que están en el Salón de la Fama. Tremenda ocasión para aplaudir y ver a peloteros muy queridos y recordados como Tany Pérez, Juan Marichal, Pedro Martínez, Roberto Alomar, Orlando Cepeda e Iván Rodríguez que será instalado, en el callejón de los inmortales en los próximos días y que recibió una ovación mayor, debido a  que jugó con el equipo de casa. No concurrió el venezolano Luis Aparicio quien expresó: “Gracias por la invitación, pero no puedo concurrir, mientras mueren jóvenes de mi país”

En el medio del juego se produjo un acto entre reverente, anecdótico y admirable. Es que los jugadores no siempre tienen muy buenas relaciones con los árbitros. En ocasiones los peloteros creen que los fallos  no son muy justos y mucho más en el conteo de bolas y strike. Pero también saben que un reclamo de estas circunstancias no está permitido por el reglamento y la secuela es urna expulsión del juego de manera inmediata.

El bateador Nelson Cruz  en su turno al bate, se acercó al plato  y le dijo unas palabras al arbitro central, Joe West, que este año se retirará. Sorprendido se sacó la marcara protectora y permitió que en pleno juego tomarse una fotografía con un celular que el jugador cargaba en el bolsillo. El receptor Jadier Molina entendió la acción, se acomodó y se puso en cuclillas para una fotografía que fue ovacionada por los 37.185 fanáticos que llegaron al Marlins Park.

El juego que tenia un matiz de cambio generacional debido a que estaban 24 jugadores que participaban por primera vez  pero tuvo un desenlace en el que brillaron los experimentados.

Recién en el quinto turno se movió la pizarra cuando Miguel Sanó sacó sencillo por el jardín derecho detrás de la primera y segunda base. El empate llegó con jonrón de Jadier Molina en el sexto tramo. Paridad que se mantuvo hasta el episodio diez cuando Robinson Canó que había sido llamado a ultimo momento debido a que Starlin Castro  estaba  lesionado.

Hay una regla no escrita en el béisbol que cuando un jugador hace una buena jugada defensiva y luego le toca inmediatamente tomar su turno al bate se convierte en la figura. Canó ejecutó doble matanza en la defensa y en su turno al bate con la cuenta de 1– 1   se escuchó un sonido seco, parejo e inconfundible que hace que la pelota salga disparada buscando sobrepasar la barda  que provocó que el publico se levante de sus asientos para acompañar  la pelota con las miradas y descendió en el jardín derecho para un gran jonrón que permitió la victoria de 2×1 de la Liga Americana.

Fue un maravillo premio para una fiesta que  tuvo los matices de una gran fiesta que se espera repetir o quizás mejorar el próximo año en el estadio National Park de la ciudad  de Washington cuando se convoque a un nuevo Juego de Estrellas.

Patrocinadores